Mi momento en el mundo.

martes, 9 de julio de 2013

Premonición


   La  oscuridad de esa noche sin luna, no invitaba a pasarla sola, pero allí estaba,  con todas las luces prendidas dentro de la casa, sintiendo ruidos inexistentes. Fue apagando una a una las luces, revisando cada habitación y cerrando las puertas.
   Se metió en la cama, se tapó hasta la cabeza, y quedó  intentando escuchar el roce de una mano sobre los muebles, o el chancleteo de un caminar. Los pies se le congelaban y  el temblor estremecía su espalda.
   Tana odiaba quedarse sola,  los fantasmas invadían su mente sin aparecer, pero, siempre los esperaba.
   No había tormenta, ni rayos, ni truenos, no silbaba el viento contra los postigos, pero algo oscuro había esa noche,  sentía que aparecería de repente y le absorbería el aliento, algo que haría saltar de sus órbitas esos ojos que mantenía apretados para no ver.
   Apretó el Rosario entre los dedos para darse coraje, pero no le salían los rezos, era como si mil demonios le impidieran rezar, eso se sentía mal, muy mal.
   Oyó tres golpes en la ventana, él, Paulo siempre al llegar le avisaba así, esperó quieta,  escuchó el girar de la llave, los pasos a la cocina, los fósforos al encenderla, y siguió esperando.
    Lentamente se quitó las sábanas que cubrían su rostro y abrió los ojos para divisar la luz del comedor, pero, no había luz, todo estaba oscuro, como si nadie hubiese entrado.
   Se levantó, casi sin hacer ruido se calzó las chinelas y se dirigió hasta el comedor para ver porqué él no prendía la luz, escuchaba los ruidos de alguien que se preparaba un té, pero ¿a oscuras? Temblaba,  el miedo estaba hincando  sus terroríficas garras, estremeciéndose y a punto de gritar prende la luz en la habitación, vacía,  corre y va prendiendo todas las luces, ella había escuchado su regreso.
   Entonces escucha nuevamente golpes en la ventana del dormitorio y grita con la voz  desencajada.
-¿Quién es?
La ronca voz de un hombre le responde –Yo, Tana, el compañero de Paulo, él no llegó al trabajo, tuvo un accidente-


En soledad

En el letargo de la soledad
cae el cayado del alma,
se desnuda,
deja ver su indefenso sentir,
señala la muda de mentiras
con las que se fortalece,
para dejarlas caer arrugadas
en el mar de la verdad.
En soledad se renueva,
o levanta muros de falsa felicidad
para la embestida de puñales
con amor y  odio.